Conceptos principales: Individuación, Proyecciones, La sombra, Sincronía
– La lógica no sana lo que no fue creado con lógica. Los traumas, las heridas, los patrones negativos que habitan en nosotros no fueron tejidos por la razón, se grabaron con emociones intensas, y por esto, sólo pueden ser desactivadas trabajando a través de las emociones.
¿Alguna vez has sentido un vacío que no puedes explicar? No importa cuantas relaciones tengas, el éxito en tu vida o cuanto sonrías, esa herida de abandono es la causa.
Por ejemplo, una madre que estaba demasiado ocupada para abrazarte cuando llorabas, o un padre que nunca te dijo “estoy orgulloso de ti”. Estas experiencias se graban en el inconsciente como un eco que resuena hasta hoy, afectando a tu comportamiento y relaciones. Esto nos hace creer que no somos suficientes.
Esa herida de abandono no es tu culpa, pero sanarla si es tu responsabilidad. No puedes cambiar el pasado, pero si puedes transformar lo que ese pasado hace contigo hoy. ¿Cuándo fue la última vez que sentiste ese vacío? Es una parte de ti que pide ser vista, abrazada. Vemos en los demás lo que no hemos sanado en nosotros. Proyectamos en los demás nuestras sombras, y luego los culpamos, en vez de aceptar e integrar todo eso en nosotros.
Un padre ausente, una madre que nos rechazó cuando fuimos a abrazarla, ese abandono no es el fin, sino el comienzo del descubrimiento de ti mismo. El universo en su inmensa generosidad nos da aquello que necesitamos para madurar, para crecer.
Repite tres veces: Gracias, esto me sirve para evolucionar
Imaginación activa: Cierra los ojos, y pon ese niño o niña que fuiste delante de ti. ¿Qué le dirías? Dile: “Te veo, te escucho, y estoy aquí para ti. Dile que ya no está sol@” ¿Qué te diría tu yo de la infancia si pudiera hablarte ahora? ¿Qué necesita que no le dieron?
Éste es el comienzo para sanar las heridas del pasado. El abandono no se queda en el pasado, se cuela en el presente como un invitado no deseado, involuntariamente, convirtiéndose en un automatismo de nuestro comportamiento, abandonando a otros, provocando que me abandonen, o abandonándome a mi mismo. Esa es tu sombra actuando, que proyectamos en los demás, y seguirá dirigiendo nuestra vida hasta no ser sanada esa energía.
La próxima vez que sientas ese miedo al abandono, para, respira hondo y pregúntate, ¿Cuándo fue la primera vez que sentí ese miedo al abandono?
Mi pasado no es mi presente. Ser consciente es el primer paso para liberarte, entender tu mente para transformarte.
Muchas veces lo que ves que no te gusta en otras personas es lo que no has sanado en ti. Las famosas proyecciones de Carl Jung. Por ejemplo: Sofía hoy tiene 35 años. De niña su papá se fue de casa y no volvió. Hoy está casada con un hombre que la ama, pero cada vez que sale con sus amigos ella discute y se siente mal. Es su herida hablando: ¿Y si me deja como mi papá?, o Luis, que de niño su mamá lo criticaba constantemente, y hoy cuando su jefe le llama la atención se siente ninguneado y no suficiente.
Nuestras relaciones no son sólo con los demás, son también con nosotros mismos.
La herida del abandono te hace buscar fuera lo que no tienes dentro. Pero recuerda, nadie puede llenar ese vació por ti, y si no sanas esa herida seguirás atrayendo a tu vida ese dolor, más de lo mismo, personas que sin querer te harán sentir eso para que aprenda a madurarlo, a gestionarlo.
¿Hay alguien en tu vida que te hace sentir pequeñ@, insegur@ o no suficiente? Tal vez tu pareja, una amiga, un padre. Pregúntate: ¿Cuándo lo sentiste por primera vez?, y deja que el inconsciente te de la respuesta.
Esa es tu sombra, que podría ser, no sentirte digno/a de ser amado/a, o no sentirte capaz, o incluso la culpa por pensar que hiciste algo para merecerlo.
La sombra no se queda callada, y se expresa en esas luchas internas, o decir sí a todo cuando estás cansada, o cuando alguien hace un comentario sin importancia y lo tomas como algo personal. Esa sombra no es tu enemiga, integrarla es el camino hacia la plenitud.
Es aceptar que sí tienes miedo, pero que no te define. Es como abrir una caja vieja en el ático que al principio da miedo abrirla, pero cuando la abres hay muchas sorpresas dentro.
Imagina tu sombra. Dale una voz. ¿Qué te dice?
Sanar es mirar dentro y soltar, dejar ir lo que ya no te sirve, lo viejo, soltar lo que pasó hace ya mucho tiempo. ¡Ya está bien!
¿Esto me hace feliz o me hace esclavo? No es fácil, pero es liberador.
Haz una lista de las personas que están cerca de ti, y junto a cada nombre escribe cómo te hacen sentir. Si lees “me siento agotada” o “me siento menos”, pregúntate por qué sigues ahí. Empieza a poner límites y di “no” alguna vez.
Sanar no es sólo para ti, es para todos los que te rodean.
¿Te has dado cuenta que a veces atraes al mismo tipo de personas a tu vida. Se llama sincronía. El universo te pone enfrente lo que necesitas sanar. Te está diciendo: “Aquí tienes algo que trabajar”
Sanar el abandono no es sólo dejar ir, es también llenar ese espacio con autenticidad, sin máscara. En la materia si existe el vacío, pero en la energía no. Si tu sanas el abandono debes llenar ese espacio con algo auténtico tuyo, como el amor o la vitalidad. Por ejemplo, Laura, que su padre las abandonó a los 6 años, y hoy a los 30 años sólo atare trabajos donde no la valoran lo suficiente. O Nuria, abogada con 45 años, que siempre termina con hombres que al principio la llenan de atención, pero luego se vuelven fríos. Ella pensaba, “todos son iguales”, pero esto es su inconsciente buscando resolver esa herida de cuando su mamá la dejaba sola por horas.
La sincronía no es casualidad, es un llamado a mirar adentro. Escucha que necesita tu corazón.
¿Cómo rompemos ese patrón? Con consciencia y acción.
Observa cómo te sientes en esa situación. ¿Qué patrón de comportamiento has visto que te recuerda a algo sucedido en tu infancia?
¿Cómo transformar en poder esa herida para lograr una vida feliz y plena? No se trata de sobrevivir, sino de florecer. No se trata de borrar el pasado, sino de usarlo para crecer. Porque esa niña que se sintió sola o ese niño que se quedó esperando un abrazo, no se han ido, sino que viven dentro de ti, esperando que lo veas y lo abraces, y le digas que ya no está solo@.
Acepta la sombra, lo que ha pasado y di “Está bien que sienta miedo, pero no voy a permitir que me controle”. Al integrarlo liberas la energía que te destruye.
Cierra los ojos y observa esa sombra. Dile “Te acepto y voy a cuidarte”
¿Cómo te sientes ahora?
Tu energía es sagrada y a veces decimos que sí por ese temor de la niñez al abandono. Elije el día de sólo “No”, y respeta lo que sientes en cada momento. Dile “Me importo” “Me cuido” ¿Qué necesito yo?, y empezarás a atraer a personas o situaciones a tu vida que te respeten. ¿Qué has estado tolerando que no te hace bien? Imagina como sería tu vida si lo sueltas.
El mundo necesita tu luz, no tus mascaras.
¡Ahora es tu turno!
Carl Jung