Párate y disfruta

Desconectar en el medio de una conversación y perderse, levantarse y a medio camino olvidar para qué se ha levantado o repasar en la ducha la lista de cosas pendientes puede ser un síntoma de alarma. El ritmo de vida acelerado nos atrapa a veces en una espiral que nos obliga a estar siempre pensando y haciendo mil cosas a la vez, sin prestar verdadera atención a ninguna.
Algunas multinacionales como Apple, Google, General Motors y bancos como Credit Suisse o HSBC han propuesto a sus empleados una ayuda extra para superar la infelicidad que causa este problema: el mindfulness, Yoga, Meditación, o cualquiera de las técnicas contemplativas llegadas de oriente nos dan un nuevo enfoque vital que pretende disfrutar plenamente del momento presente sin interferencias del pasado y del futuro.

¿De qué se trata?
Según Andrés Martín Asuero, psicólogo y autor del libro Plenamente (Planeta), el mindfulness «tiene que
ver con la capacidad de estar presente en lo que uno está haciendo y cómo lo está haciendo. Lo contrario es cuando funcionamos con piloto automático. Cuando yo estoy haciendo una cosa pero estoy pensando en otra distinta». Según este experto, «cada vez es más difícil estar presente, y no estar presente tiene un precio alto que pagamos cometiendo errores: no nos enteramos bien de las cosas, nos despistamos y nos comprometemos a cosas que luego no podemos cumplir».

El problema es que, además, esto nos lleva a «no conectar bien con las otras personas, nuestras relaciones personales se ven deterioradas por el hecho de que uno no está atento, no está pendiente.
Uno está allí de cuerpo pero no con la mente». Otra consecuencia de esta actitud es «una especie de malestar psicológico que se deriva de que nuestra atención no está en lo que hacemos, sino en lo que viene después o en lo que ha pasado antes. Eso genera un poco de insatisfacción o incluso estrés. El grado de sufrimiento varía de unas personas a otras, de unas circunstancias a otras pero los estudios indican que cuando somos felices es cuando nuestra atención está en lo que estamos haciendo».

El tener demasiadas responsabilidades y actividades en nuestra vida y no poder atender ni desarrollar ninguna de ellas al máximo es una de las principales causas de insatisfacción en la actualidad. «La pregunta —asegura Martín Asuero— es por qué uno quiere hacer tantas cosas. Lo que buscamos con la
práctica de mindfulness y la meditación es recuperar la tranquilidad y la serenidad perdidas con esa actividad incesante».

Importante es medir lo satisfecho que estoy con mi capacidad de organizar mi trabajo o mi vida en torno a mis prioridades. «Si al final del día estoy contento con cómo he aprovechado el tiempo o me encuentro insatisfecho porque a lo que he dedicado tiempo no es a lo que yo quería dedicarle tiempo, sino que se lo he dedicado a otras cosas. O ni siquiera me he dado cuenta porque ni me lo he preguntado o no me ha analizado. También hay síntomas que vienen del cuerpo, como problemas para dormir o problemas digestivos que no tienen una causa médica y que «probablemente estén relacionados con que uno está muy acelerado y tiene muchas cosas en la cabeza».

Mejoras a nivel físico «A nivel físico hemos medido que con un entrenamiento de ocho semanas los
síntomas médicos asociados al estrés disminuyen de forma notable (un 35 %). Este no es un cambio tan grande como si uno se tomara una pastilla, pero es un cambio que nota uno y las personas que le rodean. En muchos casos, quienes practican mindfulness, yoga y meditación tomaban una medicación para dormir, para el dolor de cabeza o para las digestiones han llegado a prescindir la medicación».

Explica Andrés Martín Asuero que el estrés y el exceso de obligaciones son voces de alarma que te pueden llevar a darte cuenta de que en realidad te pasas todo el día haciendo cosas pero no disfrutas con la vida. ¿Y qué sentido tiene hacer tantas cosas y no disfrutar?»

La meditación es la clave.

La meditación es una parte muy importante del mindfulness. «Incidimos en dos prácticas: unas que llamamos formales, como la contemplación o la meditación —a las que hay que dedicarse al cien por cien— y luego otras prácticas que se llaman informales que uno puede hacer mientras está haciendo otras cosas. Por ejemplo cuando yo me ducho por la mañana puedo tener la atención centrada en la ducha y notar cómo cae el agua y darme un masaje en el cuerpo o puedo ducharme corriendo, pensando en la lista de lo que tengo que hacer en el día mentalmente».
Pero, ¿realmente hay espacio para pararse a meditar en medio de la vorágine del siglo XXI? «Es posible que haya gente a la que le sorprenda y le eche para atrás el tema de la meditación —reflexiona el autor—, pero lo que nos debería echar para atrás es el hecho de que las enfermedades mentales sean la primera causa de baja laboral y que el diez por ciento de las personas vayan a tener alguna depresión en su vida. Eso realmente es atroz, porque el suicidio es la primera causa de muerte».
Para este experto, como sociedad hay cosas que tendremos que empezar a plantearnos porque «el nuevo estilo de vida, los avances de la tecnología y esto de estar conectados permanentemente tiene un coste emocional importante».
A su juicio, la medicación está bien, «pero también hay otras soluciones». «El dar medicinas y medicar a todo el mundo pues puede ser una buena solución para las industrias farmacéuticas, pero a mi no me gustaría que mis hijos vivieran pendientes de la medicación ni mis padres tampoco. Tenemos que
recuperar la responsabilidad de cada persona por su salud, física y mental».

¿Y dónde quedan el futuro y el pasado?
«El futuro lo único que se puede hacer es planearlo. La capacidad cognitiva que tenemos de poder ir al futuro e ir al pasado es el gran desarrollo de la mente del ser humano, pero tiene un coste emocional y eso es lo que tenemos que aprender a manejar. Si una persona, en su día a día, no está presente con sus hijos y en su trabajo porque está preocupado por el futuro no le pueden ir bien las cosas. Yo no digo que haya que desentenderse, pero si por preocuparse del futuro se olvida del presente como estilo de vida no
parece muy razonable».


Regreso a lo auténtico

En resumen, el mindfulness es un regreso a lo auténtico, a lo simple, a lo que de verdad importa, porque en esa simplicidad y en ese conectar con lo que de verdad importa es donde realmente podemos encontrar un sentido a la vida.

Por Marta Otero