RESPIRAR

Hay momentos en los que todo se acelera. La mente va rápido, el cuerpo se tensa, y sentimos que no podemos parar. 

Pero en medio de todo eso, hay algo que siempre está con nosotros: la respiración. Aquello que nos mantiene con vida, y aquello que regula todos los sistemas de nuestro cuerpo.

Respirar puede parecer algo obvio, automático, sin importancia. Pero tiene mucho que ver con cómo nos sentimos. Cuando la respiración es superficial, rápida y desde el pecho, el cuerpo interpreta que hay un peligro. Se activa el sistema nervioso simpático, y vivimos en estado de alerta, ataque o huida, incluso cuando no hay nada urgente.

La respiración es aquello que nos ayuda a conectar con el cuerpo, que nos lleva a estar presentes.

Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de cómo estamos respirando. 

Es posible que al intentar observarla sintamos más inquietud, más nerviosismo, y, eso también forma parte del proceso. No estamos acostumbrados a tomar contacto con el cuerpo. A menudo estamos en la mente, de pensamiento en pensamiento, y nos olvidamos de que el cuerpo está ahí, respirando.

Darnos unos minutos para observar, ajustar la postura, soltar la tensión, ya cambia algo. 

Y si llevamos el aire al abdomen, si alargamos un poco la exhalación, más larga y más profunda, va a ayudar a que nuestro sistema parasimpático se active, trayendo calma y paz, y nos quedamos ahí sin prisa, el cuerpo empieza a responder. Si al principio, con la observación de la respiración hay un poco de incomodidad, vamos a darle ese permiso. Simplemente observamos. Poco a poco, se va regulando. Volvemos al presente.

A veces basta con poner las manos en el abdomen y notar cómo sube y baja con cada respiración. Como un globo que se infla y se desinfla. Sin forzar. Dejando que el cuerpo encuentre su ritmo.

El contacto con la respiración es el contacto con el cuerpo, y podemos notar tensión en los hombros o tenerlos hacia delante, tensión en la frente, en la musculatura de la cara, en la mandíbula, el estómago contraído, y así, ya sabemos como estamos, desde donde podemos cambiar.

Observar y atender nuestra respiración, y nuestra postura. Ese es nuestro patrón de respiración, lo que repetimos en cualquier situación de la vida sin ser consciente de ello. Al comer, al conducir, sentado, ….. ¿Tenemos un patrón de respiración acelerado, corto, rápido, desde el pecho, o un patrón de respiración sosegado, largo, profundo, lento, desde el abdomen?

Necesitaremos tiempo para ir relacionándonos con nuestra respiración, así que no tenemos prisa.

Vamos a ir cambiando el patrón poco a poco: Ejercicios:

  1. Llevar las manos al abdomen, y observar que al respirar por la nariz, el abdomen crece como un globo. Exhala lento, y ten presente que cuando estés exhalando no tengas ninguna prisa en volver a inhalar. El cuerpo de forma automática volverá a hacerlo. Hacer pausas a lo largo del día para volver a practicar, observando la postura, observando los pies sobre el suelo, los glúteos apoyados a la silla, la espalda recta, la mandíbula relajada, y observando el abdomen y la respiración.
  2. Inhalar lento y profundo por la nariz, y exhalar lentamente por la boca abierta como si sopláramos una vela, hasta vaciar el abdomen completamente, haciéndolo por cinco veces.
  3. Respiramos por la nariz, inhalando contando hasta tres, y exhalamos contando hasta seis. Que nuestra exhalación sea el doble que la inhalación.

Con estas propuestas vamos a ir transformando nuestra respiración automática de estrés, para llevarla a una respiración más calmada, donde estemos más presentes en nuestro cuerpo, en nosotros, y darnos cuenta como son muy beneficiosas para nuestra salud física y emocional, ya que relaja nuestro sistema nervioso, reduce nuestros los niveles de estrés y ansiedad, calma la mente, baja la presión arterial, tonifica nuestros órganos internos. Mandamos un mensaje a nuestro cuerpo y a nuestro cerebro de que podemos bajar el ritmo, de que no hay ningún peligro.

La respiración profunda y abdominal enfatiza la atención y la calma. Ayuda a dormir mejor y mejora nuestro sistema digestivo.

Sólo necesitamos paciencia y práctica, para obtener los beneficios de la respiración saludable.

Helena Echeverría, Psicóloga.